"La vida es un único verso interminable"

Gerardo Diego (Ángelus, Imagen, 1918-1921)

1 mar 2014

Silencio

Se puede hablar y no hablo,
de tanta miseria difuminada en las mentes
de sonrisas y llantos que van de la mano
de espejos que se parten al contemplarlos.

Se puede hablar y no hablo,
de lo extraño de la vida y su camino
de suspiros descompasados y la muerte
de caricias repentinas y la suavidad del momento.

Se puede hablar y no hablo,
de personas que dijeron a dios sin poder evitarlo
de miradas perdidas y encontradas en el tiempo
de los sueños y sus realidades grabadas en el recuerdo.

Se puede hablar y no hablo,
de los acontecimientos que golpean la mente
de los sin sabores que deja lo andado
de lo mucho, de lo poco y de aquello que no existe.

Se puede hablar y me callo.

Rubén M.

10 ene 2014

COMPAÑERA SOLEDAD

Cuando sientes que el silencio
te contempla
y que su frío te desvela.

Cuando rozas su aliento gélido de palabra
y caes en el oscuro subterfugio de su morada.
Y no te ves ni a ti mismo.

Cuando los sentimientos se vuelven
gris ceniza de pleamar
y te encuentras como una colilla
sin humo, ni tabaco,
tan solo una colilla
que rueda sin parar.

Cuando el aire te impide respirar
y te notas caer a un mar sin agua
y ríes de alegría,
porque solo eres un trozo de papel.

Es cuando salpicas con tu sonido aciago
a tu mundo interior, aletargado y diáfano
y vuelves la mirada
y tan solo estas
con tu soledad,
tan sola.

Cuando te asomas por tu ventana
y encuentras aquello que olvidaste
o dejaste perdido en el tendedero
del recuerdo.

Se te escapan los momentos
y se vuelven azúcar quemado
y al momento caramelo dulce de deseo.

Cuando crees que todo
no es más que un suspiro
descompensado y errático
y tú, tan solo el aire perdido en cada respiración.

Silban a lo lejos
tarareando viejas canciones,
de grandes gestas y grandes derrotas
y a la vez golpean suaves maderas
creando ritmos de marchas ciegas.

Cuando ya no importa
ni el donde,
ni el ahora,
ni el después
y caer
es caer.

Y todo se vierte desde tu tablero de cuadros
y se convierte en un juego de damas,
donde el comer por comer
gana el sentido al masticar.

Y donde callar a veces te hiere
por los sonidos que guardas,
tan solo,
solo
te encontrabas,
con tu soledad compañera de viaje
y con tu simple y llano respirar.

Cuando sientes que el silencio
te contempla...

Rúben M.A.

3 ene 2014

AHORA O NUNCA

I.
Parece que se escondieron nuevamente las palabras
a un paso de la letanía y el tedio.
Parece que dibujaron con su brisa el frío de los pensamientos.
A veces te lanzas o se lanzan,
errantes, vespertinas
curiosas, inquietantes.
Son ya muchas veces
las que intento describirlas,
otras veces
las que me describen a mí son ellas.
Con su paso pausado y rápido,
cambiantes y lo vuelvo a decir
errantes,
porque no tienen sentido al principio
y al final parece que tampoco.
El caso es que mascullan escondidas y caen repentinas
como luces de estrellas vivas,
en el océano muerto de la hoja.
Que ilusión de formas
que paisaje de tinta y comas,
la mirada se vuelve contemplativa
y vuelve el ritmo de palabra.
Lento y rápido
pausado y violento,
porque hace mucho que no se quejan
o lo hacen a su manera,
¿y que expresan?
Interconectan esta mente atrapada en el vacío
con su marcha,
su paso de palabra cambiante.

II.
Ya salieron
ya marcharon los pensamientos,
siempre caminaron, pero a veces se detenían.
Para respirar
respiraciones suaves y rítmicas,
para expresar
las profundidades de la noche y el día.
Seguramente caían a golpe de desconcierto
fulgurantes estrellas erráticas vespertinas,
golpeando al tiempo presente del olvido.
Cotidianamente
se miraban y reían
qué decir de sus sentimientos,
silencio,
de nuevo de palabra fría.

III.
¡Salir!
¡Rápido!
¡Deprisa!,
y no salían,
se quedaban boquiabiertas contemplándome
en la noche fría.
Os lo digo de nuevo
¡Salir de ahí!
¡Donde quiera que esteís!
¡Os estoy esperando!
Se ocultaban entre sombras
de recuerdos y lejanía.
Se lo volví a repetir una y otra vez
y tan solo
me encontraba sin ellas.
¿O no?,
las había engañado de nuevo
y aquí estaban.
Se pararon y contemplaron
y rieron y no se enfadaron,
pues eran ellas las que elegían.
Ahora o nunca,
eso decían.
Y es por eso,
tan solo por eso.
Se encontraban acompañadas unas de otras,
tan diferentes, tan iguales
y rápidamente se fueron.
Porque sentían que eran demasiadas
y ya nada mas decían.
Volvieron al oscuro silencio
de la palabra no escrita.

Rúben M. A.