NEGRO ESPERANZA
Hace tiempo
que el tiempo se detuvo,
perplejo, instintivo,
quizás
por el momento presente que se
presentaba.
De nuevo, nuevamente en el camino
se detuvo,
al igual que yo y me contempló,
¿o fui yo a él?
da igual, no importa,
el caso es que nada fue lo mismo.
Anduve errante,
aletargado pero apremiante,
mis pensamientos condicionados o
coaccionados
me distraían del todo,
qué decir de aquella tarde,
tan solo escuchaba el silencio.
Qué decir del ahora
abstracto, efímero, irritante,
por donde escapar del aliento gélido de
realidad
que golpeaba y golpeaba sin descanso.
Yo cual fuente
bebía y bebía de él
sin encontrar respuesta posible,
y sin ni siquiera poder embriagarme de
él.
Porque era áspero e hiriente
y a cada trago sangraba parte de mi ser,
que desazón y que curiosa sin razón,
porque lo que escupía eran partes que no
conocía,
respuestas a preguntas no formuladas,
acciones sin acción,
acabadas.
Pensamientos voraces sin palabras,
que era todo aquello si no parte de mí,
en aquel momento.
Todo se desdibujaba,
aquel paisaje entremezclaba el blanco de
la nada,
con el negro de la noche,
que se escapaba.
Para los colores no cabía espacio,
eran demasiado brillantes.
Por donde poner los pies ahora,
si el suelo quema,
si el suelo se me clava,
y me hiere y me taladra,
de recuerdos y de palabras,
no lanzadas.
Si parece que todo se atrapa en mis pies
descalzos,
se enreda y me para,
tan solo puedo pararme por un momento
y ver que no es nada
y que la nada es en blanco
y yo soy el negro de la esperanza.
Parado,
contemplativo,
grito al aire frío de palabra
y ya puedo seguir con la frase,
el verso, de nuevo, nuevamente,
porque se detuvo el tiempo,
pero no mis pies negros descalzos de
esperanza.
Abatido, meditativo,
corro como si fuera a desparecer,
llenando mi vacío de nuevos recuerdos
pero siempre en negro,
color esperanza.
Rúben M.A.
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